Según algunos filólogos, “aunque aún no se ponen de acuerdo”, el nombre de Santander deriva, de una denominación latina primitiva ‘Portus Sanctorum Emeterii et Celedonii’, esta denominación al pasar al latín vulgar se transformó en Sant Emeter, y de ahí en Santander. Pero, existen tres historias, del porqué de este nombre; la primera y la segunda, están ligadas a dos santos mártires, a San Emeterio y San Celedonio, que como es común en estas historias sus argumentos se entrelazan entre la realidad y la leyenda.
La primera historia, nos cuenta que San Emeterio y San Celedonio, fueron dos hermanos oriundos de Calahorra (antigua Calagurris riojana) que habiendo servido en las legiones romanas, profesaron su fe cristiana en la época del emperador Diocleciano, motivo por el cual fueron martirizados, decapitados y sus cabezas arrojadas al rio Ebro; estas habrían recorrido todo el litoral peninsular en un canasto, hasta llegar a la bahía de Santander a una isla (hoy desaparecida), llamada "la peña de los mártires", para finalmente terminar a las orilla del cerro Somorrostro, del latín summum rostrum, que significa “promontorio mayor”.
La segunda historia, nos dice de que en realidad, las cabezas habrían llegado a la bahía, durante el transcurso del siglo VIII, de la mano de refugiados cristianos de Calahorra, que huían de la conquista musulmana, inicialmente las reliquias se habrían depositado en unas antiguas termas romanas, localizadas posiblemente en la localidad de Maliaño, y que luego, habrían sido trasladadas al cerro de Somorrostro, donde se construyó un primitivo monasterio, germen de la actual catedral de Santander.
Y la tercera historia, sostiene que el nombre original de Santander, habría sido “San Andrés” y sería una derivación de San André, Sant Ander, Sant Andero, hasta convertirse en Santander, esta teoría se sostiene, en que, con esta denominación, aparece mencionada la ciudad en mapas y documentos a partir del siglo XIII.
En 1255 por ejemplo, el rey Alfonso X “El Sabio” menciona a la villa con el nombre de Sant Ander, así mismo, un marinero que circunvala el mundo en la nao Victoria, junto al inmortal Juan Sebastián Elcano, Juan de Santander, suele ser citado como Juan de San Andrés, según esta teoría, San Andrés habría sido venerado en una antigua Ermita, en las faldas de la colina opuesta de San Román (hoy Peña castillo), desde aquí se habría trasladado a Somorrostro, donde se construyó la Iglesia que originó, el monasterio, la actual Catedral y desde donde creció el pueblo mismo de Santander.
la evolución del nombre sería entonces, algo así como: Sancti Emetherii - Sancti Emderii - Sanct Endere – San André - San Andero - Santendere - Santanderio – Santander; Un poco complejo, por ello se entiende el por qué los filólogos, aún no se ponen de acuerdo, sobre el origen del nombre de Santander.
En lo que si están de acuerdo, es que San Emeterio y San Celedonio, son los santos mártires patronos de la ciudad, cuya fiesta se celebra con gran pompa cada año, el 30 de agosto, sus cráneos se pueden venerar hoy en día en la Iglesia del Cristo, que se encuentra debajo de la Catedral.
En 1743 un obispo, don Menéndez Luarca, devoto entusiasta de San Emeterio y San Celedonio, consagró una de las campanas de la catedral con el nombre de el “campanón de los Santos Mártires” y la otra “de la Virgen del Carmen”, subrayando con ello la naturaleza fundamentalmente marítima de la ciudad de Santander.
Era tradición, que siempre que había tormentas o borrascas peligrosas en el mar, se tocasen las campanas, para que den consuelo y aviven la fe de los marineros, y para que sepan, que todo el pueblo los encomendaba al patrocinio de sus santos mártires, esta tradición perduro hasta bien entrado el siglo XIX el escritor José María de Pereda en un pasaje de su libro “Sotileza” nos relata: “sonó una tarde [el “campanón”], retumbante, acompasado, lento y fúnebre cuando la fragata La Unión era empujada por las olas de un modo fatal e inexorable hacia las Quebrantas“.
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